¿Quién te lo iba a decir, Johnny?
Estabas contemplando el paisaje urbano y te pasaba desapercibido lo inmediato.
Incapaz de soportar tu indiferencia, la pantorrilla se suicidaba a tu espalda. Un postrer amago de súplica, anudada la cortina en la reja, antes de iniciar la despedida definitiva.
Tú sigue mirando la calle, Johnny, y pronto me verás a tus pies.
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