Al final, sólo el símbolo, nada más.
Pero muchas veces no vemos la belleza que nos rodea, no encontramos lo excelso y asombroso porque no comprendemos, porque no miramos bien. Lo cotidiano nos parece intrascendente y muchas veces sólo lo cotidiano es admirable. O hemos perdido nuestra capacidad de asombro.
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