Un desconchón en la pared y se desboca la imaginación. Como si ese agujero en el revestimiento hiciese fluir todos los brochazos creativos... pero, no. No es así, no. Hay toda una intención. El paredón desnudo, alumbrado sólo con su desconchón no basta. Hay que preparar esa pared: delimitar el lienzo que va a acoger los fantasmas de nuestra fantasía. ¿Qué habrá intuido el artista?
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